Se lleva a cabo en Riópar desde este domingo y participan niños y adolescentes afectados de cáncer y sus hermanos
La Asociación de Familias de Niños con Cáncer de Castilla-La Mancha (Afanion) vuelve a desarrollar el Campamento de Verano dirigido a niños y adolescentes de toda la Región afectados de cáncer, de edades comprendidas entre los 7 y los 18 años, y a sus hermanos. Este es el primer campamento que se lleva a cabo desde que se declarase la pandemia de Covid y se desarrollará en Riópar desde este mismo domingo, 3 de julio, hasta el 10 de julio. A esta actividad de ocio y tiempo libre que ofrece la Asociación se han inscrito 50 participantes.
El último campamento que se realizó tuvo lugar en julio de 2019 en Navarredonda de Gredos (Ávila). Esta iniciativa se suma al resto de actividades y proyectos que Afanion ha ido recuperando a medida de que la evolución de la pandemia ha mejorado y las restricciones se han ido eliminando. En este sentido, el presidente de Afanion, Juan García Gualda, ha subrayado la importancia que tiene para la Asociación y para las familias volver a la normalidad tras unos años complicados a nivel sanitario, social y económico.
El campamento cuenta con monitores titulados y, además, acompañan a los participantes cuatro voluntarios y voluntarias de las sedes de Afanion de Albacete, Ciudad Real y Toledo. Se han programado distintas actividades de multiaventura, talleres creativos, piscina, gymkanas y veladas.
Los beneficios
Esta actividad de ocio y tiempo libre tiene múltiples beneficios para los niños y adolescentes con cáncer que participan en él, así como para sus familias. Entre otros aspectos promueve la adaptación y normalización al proceso de la enfermedad. Asimismo proporciona un espacio, al aire libre, en el cual los participantes pueden intercambiar experiencias. Se potencia el nivel de autonomía y de autoestima de los afectados y se promueven valores como la solidaridad, el respeto, el apoyo y la escucha.
En cuanto al ámbito familiar, favorece la relación entre hermanos. Y es que en muchos casos los hermanos de los afectados son los olvidados. Además, reduce la posible “sobreprotección” de la que han podido ser objeto los niños y adolescentes durante el proceso de la enfermedad.